miércoles, 17 de mayo de 2017

EL ROL DE LA MADRE EN LA ANTIGUEDAD


 
la madre. La madre cristiana era la verdadera gloria del cristianismo. Ella es la que hacía del hogar un verdadero san­tuario. Su misión era todo lo que concernía al cuidado de la familia; tejía con sus manos la ropa con que se cubrían ella, su esposo y sus hijos; se adornaba con el manto precioso de la modestia; hacía de la casa el albergue del peregrino y de todo hermano que llegaba de otros puntos; recibía con tierna y santa sonrisa al esposo que llegaba al hogar después de largas horas de trabajo; y unidos en un doble amor, ofrecían juntos al Padre celestial el incienso de sus oraciones que hacían arder en el altar de sus corazones. La madre era la eficaz colabora­dora en la tarea de criar los hijos. El Pastor de Hermas de­muestra que se exigía a éstos una obediencia y disciplina ejemplares. A los cinco o seis años, los niños ya enseñados en los mandamientos del Señor estaban en condición de aspirar a ser reconocidos como catecúmenos y empezar a recibir en la iglesia una enseñanza que les prepararía para ingresar en. la milicia cristiana. De estos hogares, saturados con el perfume de la santidad evangélica, se levantarían los futuros testigos, mártires y apologistas.

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